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Richard H. Thaler
a
ECONOMÍA DEL
COMPORTAMIENTO:
PASADO, PRESENTE Y FUTURO*
* DOI: https://doi.org/10.18601/01245996.v20n38.02. Este artículo se basa
en el discurso presidencial en la reunión de la American Economic Asso-
ciation realizada en enero de 2016, publicado en American Economic Review,
106(7), 1577-1600, y en mi libro reciente Misbehaving: The making of beha-
vioral economics, que contiene una bibliografía mucho más extensa. Se publi-
ca con las autorizaciones correspondientes. Traducción de Alberto Supelano.
Recepción: 07-09-2017, aceptación: 19-02-2018. Sugerencia de citación: Tha-
ler, R. H. (2018). Economía del comportamiento: pasado, presente y futuro.
Revista de Economía Institucional, 20(38), 9-43.
a
Profesor Robert P. Gwinn de Ciencia y Economía del Comportamien-
to y director del Centro de Investigación de las Decisiones de la Escuela
de Negocios, Universidad de Chicago, [richard.thaler@chicagobooth.edu].
Economía del comportamiento: pasado, presente y futuro
Resumen. La “economía del comportamiento” intenta incorporar ideas de otras ciencias
sociales, en especial de la psicología, para enriquecer el modelo estándar. El interés en la
psicología del comportamiento humano es un retorno de la economía a sus orígenes. Adam
Smith aludió a conceptos clave como la aversión a la pérdida, el exceso de conanza y el
autocontrol. La economía del comportamiento encontró resistencia entre economistas
que preferían mantener el modelo neoclásico estándar y argumentaban que la psicología
se podía ignorar. Este ensayo muestra que esos argumentos han sido rechazados teórica
y empíricamente, y que se deber seguir adelante. El nuevo enfoque debería incluir dos
tipos de teorías: modelos normativos que caractericen la solución óptima de problemas
especícos y modelos descriptivos que capten el comportamiento humano real. Estos
últimos incorporarán variables llamadas factores supuestamente irrelevantes, que ayudarán
a mejorar el poder explicativo de los modelos económicos.
Palabras clave: economía del comportamiento, comportamiento humano, modelos nor-
mativos, modelos descriptivos, factores supuestamente irrelevantes; JEL: A12, B29, D91
Behavioral economics: Past, present, and future
Abstract. “Behavioral economics” attempts to incorporate insights from other social
sciences, especially psychology, in order to enrich the standard economic model. e in-
terest in the psychology of human behavior returns economics to its earliest roots. Adam
Smith talked about such key concepts as loss aversion, overcondence, and self-control.
Nevertheless, the modern version of behavioral economics introduced in the 1980s met
with resistance by some economists, who preferred to retain the standard neo-classical
model. ey introduced several arguments for why psychology could safely be ignored.
In this essay I show that these arguments have been rejected, both theoretically and em-
pirically, so it is time to move on. e new approach should include two dierent kinds
of theories: normative models that characterize the optimal solution to specic problems
and descriptive models that capture how humans actually behave. e latter theories will
incorporate some variables I call supposedly irrelevant factors, which can improve the
explanatory power of economic models.
Keywords: behavioral economics, human behavior, normative models, descriptive models,
supposedly irrelevant factors; JEL: A12, B29, D91
Economia do comportamento: passado, presente e futuro
Resumo. A “economia do comportamento” tenta incorporar ideias de outras ciências
sociais, especialmente da psicologia, para enriquecer o modelo padrão. O interesse pela
psicologia do comportamento humano é um retorno da economia a suas origens. Adam
Smith mencionou conceitos-chaves como a aversão à perda, o excesso de conança e o
autocontrole. A economia do comportamento encontrou resistência entre economistas
que preferiam manter o modelo neoclássico padrão e argumentavam que a psicologia
podia ser ignorada. Este artigo mostra que esses argumentos foram rejeitados teórica e
empiricamente e que se deve seguir em frente. O novo enfoque deveria incluir dois tipos
de teorias: modelos normativos que caracterizem a solução ideal a problemas especícos
e modelos descritivos que captem o comportamento humano real. Estes últimos incor-
porarão variáveis chamadas fatores supostamente irrelevantes, que ajudarão a melhorar o
poder explicativo dos modelos econômicos.
Palavras-chaves: economia do comportamento, comportamento humano, modelos nor-
mativos, modelos descritivos, fatores supostamente irrelevantes; JEL: A12, B29, D91
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n los últimos años ha crecido el interés en la combinación de
psicología y economía que se ha llegado a conocer como “eco-
nomía del comportamiento”. Como sucede con muchas historias de
aparente éxito inmediato, esta se gestó desde hace tiempo. Mi primer
artículo sobre el tema se publicó en 1980, siguiendo de cerca el céle-
bre trabajo de Kahneman y Tversky (1979) sobre teoría prospectiva,
y hubo precursores anteriores, en especial Simon (1955; 1957) y
Katona (1951; 1953).
El ascenso de la economía del comportamiento a veces se carac-
teriza como una especie de revolución del paradigma de la econo-
mía, pero creo que esa es una mala interpretación de la historia del
pensamiento económico. Sería más exacto decir que el método de la
economía del comportamiento devuelve el pensamiento económico
a la forma en que empezó, con Adam Smith, y continuó en la época
de Irving Fisher y John Maynard Keynes en la década de 1930.
A pesar de esta antigua tradición en el campo, el enfoque de
la economía basado en el comportamiento tuvo mucha resistencia
en la profesión hasta poco. Comienzo este ensayo documentando
algunos de los precedentes históricos para utilizar una descripción
psicológicamente realista del agente representativo. Luego discuto los
argumentos que se han expuesto para mantener el modelo idealizado
de homo œconomicus incluso en contra de la evidencia aparentemente
contradictoria. Sostengo que esos argumentos han sido refutados,
teórica y empíricamente, incluso en el ámbito en el que se podría
esperar que abunde la racionalidad: los mercados nancieros. Como
tal, es hora de pasar a un enfoque más constructivo.
En el dominio teórico, el problema básico es que nos basamos
en una teoría para lograr dos objetivos muy diferentes: caracterizar
el comportamiento óptimo y predecir el comportamiento real. No
debemos abandonar el primer tipo de teorías pues son elementos
esenciales para cualquier tipo de análisis económico, pero debemos
añadirles teorías descriptivas adicionales que se deriven de datos y
no de axiomas.
En cuanto al trabajo empírico, el enfoque del comportamiento ofrece
la oportunidad de desarrollar mejores modelos del comportamiento
económico incorporando ideas de otras disciplinas de la ciencia
social. Para ilustrar este enfoque más constructivo, me centro en
una predicción fuerte del modelo tradicional: que hay un conjunto
de factores que no tendrán ningún efecto en el comportamiento
económico. Me reero a ellos como factores supuestamente irrelevantes
o FSI. En contra de las predicciones de la teoría tradicional, los FSI
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son importantes; de hecho, en algunas situaciones el determinante más
importante del comportamiento es un FSI. Por último, miro al futuro.
Alerta de aguaestas: predigo que la economía del comportamiento
eventualmente desaparecerá.
ORÍGENES HISTÓRICOS DE LA ECONOMÍA
DEL COMPORTAMIENTO
Como señaló Simon (1987, p. 612), la expresión “economía del
comportamiento” es un tanto extraña. “La expresión ‘economía
del comportamiento’ parece ser un pleonasmo. ¿Qué economía
‘no comportamental’ podemos contrastar con ella? La respuesta
a esta pregunta se encuentra en los supuestos especícos sobre el
comportamiento humano que adopta la teoría económica neoclásica”.
Todos los estudiantes de teoría económica conocen estos supuestos:
1) los agentes tienen preferencias bien denidas y expectativas y
creencias no sesgadas; 2) toman decisiones óptimas con base en esas
creencias y preferencias. Esto implica, a su vez, que los agentes tienen
capacidades cognitivas innitas (o, dicho de otro modo, que son tan
inteligentes como el economista más inteligente) y una fuerza de
voluntad innita, pues eligen lo mejor y no lo que es tentador en el
momento; 3) aunque pueden actuar en forma altruista, en especial
con amigos y familiares cercanos, su principal motivación es el interés
propio. Estos supuestos son los que denen el homo œconomicus, o
como me gusta llamarlo: Econo. La economía del comportamiento
simplemente remplaza los Econos por homo sapiens, también
conocidos como Humanos.
Para muchos economistas, estos supuestos, junto con el concepto
de “equilibrio”, denen su disciplina; es decir, estudian Econos en una
economía abstracta en vez de Humanos en una economía real. Pero
eso no fue siempre así. En efecto, Ashraf, Camerer y Loewenstein
(2005) documentan en forma convincente que Adam Smith, a quien
se suele considerar el fundador de la economía como disciplina, era un
economista del comportamiento bona de. Consideremos solo tres de
los conceptos más importantes de la economía del comportamiento:
exceso de conanza, aversión a la pérdida y autocontrol. Sobre el ex-
ceso de conanza, Smith (1776, p. 1) aludió a “la petulante presunción
que la mayoría de los hombres tiene de sus propias capacidades”, que
los lleva a sobrestimar sus posibilidades de éxito. Sobre el concepto de
aversión a la pérdida, Smith (1759, pp. 176-177) señaló que “el dolor
es, en la mayoría de los casos, una sensación más punzante que el pla-
cer opuesto y correspondiente”. En cuanto al autocontrol, que ahora
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llamamos “sesgo del presente”, Smith (1759, p. 273) dijo lo siguiente:
“El placer que disfrutaremos dentro de diez años nos interesa muy
poco en comparación con el que podemos disfrutar hoy”. A George
Stigler le gustaba decir que no había nada nuevo en economía, que
todo lo había dicho Adam Smith. Resulta que también era cierto para
la economía del comportamiento.
Pero Adam Smith estuvo lejos de ser el único de los primeros
economistas que tuvo buenas intuiciones sobre el comportamiento
humano. Muchos de los que le siguieron compartieron sus puntos de
vista sobre el descuento temporal. Por ejemplo, es famosa la siguiente
armación de Pigou: “Nuestra facultad telescópica es defectuosa y
[…] por ello vemos los placeres futuros, por decirlo así, en una escala
disminuida” (1920, p. 21). De manera similar, Fisher, quien expuso
la primera teoría económica moderna de la elección intertemporal,
no pensaba que fuera una buena descripción del comportamiento.
Ofreció muchas historias pintorescas para respaldar ese escepticis-
mo: “Así lo ilustra la historia del agricultor que nunca reparaba las
goteras de su techo. ¡Cuando llovía, no podía detener las ltracio-
nes, y cuando no llovía, no había ltraciones que detener!” (1930, p.
82). En la Teoría general Keynes anticipó mucho de lo que hoy se
llama nanzas del comportamiento. Observó, por ejemplo, que “las
uctuaciones diarias de las ganancias de inversiones existentes, que
obviamente son de carácter efímero y poco signicativo, tienden
a ejercer una inuencia excesiva e incluso absurda en el mercado”
(1936, p. 154).
Muchos economistas pensaron incluso que la psicología (enton-
ces aún en su infancia) debía desempeñar un papel importante en la
economía. Pareto señaló: “El fundamento de la economía política
y, en general, de toda ciencia social es evidentemente la psicología.
Quizá llegue el día en que podamos decidir las leyes de la ciencia
social a partir de los principios de la psicología” (1906, p. 21). John
Maurice Clark, hijo de John Bates Clark, fue más allá: “El economista
puede tratar de ignorar la psicología, pero le es imposible ignorar la
naturaleza humana. Si el economista toma prestada del psicólogo su
concepción del hombre, su trabajo constructivo puede tener la posi-
bilidad de mantener su carácter puramente económico. Pero si no la
toma, no por ello evitará la psicología. Y se verá forzado a elaborar la
suya, y será mala psicología” (1918, p. 4).
Clark escribió esas palabras hace casi 100 años, pero aún son vá-
lidas, y los economistas del comportamiento han seguido su consejo:
tomar en préstamo buena psicología en vez de inventar mala psico-
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